Santiago

Cultura – La región más típica del país siguiendo una línea desde Constanza a San José de las Matas, las principales creencias de la región son las siguientes:

En la religión Católica

Se reza la “Magnifica Animamea” y se cantan las letanías y las pocas salves en romance que nos quedan de los españoles de los días de la colonización.

La Ciguapa

Especie de ser mitológico femenino que habita los bosques intramontanos (mujer alzada o montaraz), de larga cabellera que cubre todo su cuerpo y los pies al revés, o sea, los talones hacia el frente y los dedos hacia la espalda.

El Botoncillo

Viento helado que escarcha los arroyos de Valle Nuevo, y hace tiritar de frío.

Las tonadas de los Recuerdos: cantares de los peones que arrean las recuas formadas por largas filas de animales de carga, generalmente mulas o yeguas.

Tonadas de los Boyeros: cantares de los peones que vigilan el tránsito de las boyas o troncos de pinos, que son llevados hasta los aserraderos flotando sobre el cauce de los ríos (ya en desuso u olvidadas).

Santiago en el corazón del Cibao, es la región más definida, típica y tradicional del país; aquí, como en ninguna otra región, ha arraigado el carnaval con representaciones callejeras de gran sabor popular; también el merengue, los aguinaldos, la media tuna, los cantares de conucos, cantares de rancho y cantares de los picadores; las literas, las juntas, las velaciones y los rosarios.

San Andrés

Durante años hemos escudriñado todos los mitos posibles por que nuestro pueblo celebra el 30 de Noviembre -San Andrés- tirándose almidón y afines sobre todo al rostro:

Por lo pronto es una costumbre cuyos orígenes se pierden en la neblina de los tiempos. Y por más que hayamos interrogado a religiosos españoles, a quienes hayan viajado a otras áreas americanas nunca se nos ha respondido en relación a que por allá se celebre San Andrés de tal modo. San Andrés quien fue martirizado al crucificársele en una cruz en forma de X que hoy lleva su nombre.

En nuestro país celebrase San Andrés no solo con puñados de almidón. A veces se usaron recipientes llenos de agua para empapar al sorprendido.

Entre la aristocracia solía jugarse con cascarones de huevo de gallina llenos de perfume -agua de colonia- polvos faciales y talcos perfumados. Una vez se puso de moda el colodión, liquido rojizo que manchaba la ropa de ese color pero que al cabo de un rato la macha desaparecía.

A niveles más humildes los cascarones de huevo de gallina eran llenados con el líquido rojizo que se obtiene de la tuna (cactus). Y también durante la noche, mediante una jeringa de bambú lanzaban chisguetes de agua contra los tubos las lámparas de gas (kerosene) haciéndolas estallar. Por más que la gente cerraba puertas ventanas se las ingeniaban para hacer blanco través de los agujeros de la cerradura.

A veces, acabadas las raciones de almidón la gente acudía apuñados de cal, “calsomino”, carsomino, harina, y hasta puñados de cemento Este procedimiento más el de los cubazos de agua a veces non santa, dieron origen a numeroso lances personales muy a menudo de saldo fatales a arma blanca.

Hay una anécdota que se ha vuelto tradición al rodar por el plano inclinado del tiempo que narra como un día de San Andrés el Presidente Ulises Heureaux iba por una de las calles de la Ciudad Capital dominicana. De repente, al pasar por un grupo que jugaba San Andrés, fue salpicado por gotas de aguas no tan puras. La anécdota envuelta en la leyenda, cuenta como el Presidente Lilís mando comprar todos los perfumes y polvos perfumados en existencia en aquella urbe y la dio al pueblo que jugara con tales artículos en vez de…

Hoy la manera tradicional de jugar a San Andrés viene rápidamente desvaneciéndose. Es que, a además de las transculturaciones, ya nuestro país no produce almidón como antes. Ya el almidón no tiene demanda como para “almidonear” ropa. Como para- hacer engrudos caseros etc. Por ende ya no hay producción almidonera en R.D

Ciertas modalidades, nuevas de jugar a San Andrés como la de lanzar cubetas de agua contra los parabrisas de automóviles y afines son tan peligrosas que aceleran la desaparición de tan antigua, como controversial tradición.

Dentro de las tradiciones europeas que trajeron a nuestra isla los colonizadores españoles, se encuentra la costumbre de celebrar el carnaval. Desde su llegada a la isla, se inicia el carnaval y ha tenido constante evolución con la integración de las culturas indígenas y africanas con sus danzas, trajes de vistosos colores, el cuál es elegido por la provincia para distinguirlo de los demás, donde cada personaje tiene su lugar, Para Santiago, Lechón Cuajao…”Amarillo y Colorao”…

Según la historia, los primeros lechones surgieron como guardianes del orden en los viejos carnavales de Santiago y lucían delante de las comparsas para abrirles paso en la multitud y evitar la indisciplina. Primero llevaban una varita en la mano, moviéndola constantemente de un lado a otro; posteriormente cambiaron la varita por un foete (fuete) de cabuya y finalmente recambiaron por la vejiga de vaca.

En 1975 ya habían carnavales para las fiestas patronales, en honor a San Santiago, para Hábeas Cristi y para la carnestolenda (tres días antes del miércoles de ceniza), en la ciudad de Santiago de los Caballeros, cuyas manifestaciones provenían desde los días de la colonia Española.

Inicialmente el carnaval se dividía en función de la estratificación social de las clases sociales existentes en Santiago, con manifestaciones en clubes privados, por parte de los sectores pudientes y en las calles de los barrios populares, particularmente en la Joya y los Pepines.

Surgieron los lechones JOYEROS, que a los chifles de sus caretas le florecían espinas o puyas; y los lechones PEPINEROS, enarbolando una careta con chifles completamente lisos, disfrazados con coloridos trajes atacándose mutuamente, siguiendo una larga tradición de vieja rivalidad entre ellos.

Los lechones del carnaval de Santiago surgieron tras la campaña restauradora de los ejércitos del pueblo, con sus trajes de colores brillantes en pleno corazón del cibao, por el año 1861, son famosos y únicos. No hay en ellos ni en sus trajes pintorescos, ni en sus caretas que son obras del verdadero arte popular, reminiscencia de los negros de África o de Haití, ni ninguna de esas cosas que los folkloristas ahora les quieren endilgar.

El carnaval de nuestro Santiago tradicional se ha caracterizado porque se han conservado siempre, de año en año, las representaciones de personajes en su mayoría ficticios, creados por la imaginación del pueblo. Entre los principales, que se han conservado debido a su gran popularidad, tenemos a Nicolas Den Den, primer personaje de leyenda carnavalesca de la ciudad. Dicho sujeto surgió después que se iniciara el gusto por las máscaras, en la época post-Restauradora.

Los Lechones de Santiago

Para abordar el tema de los lechones de Santiago hay que comenzar diciendo que “Lechones” es el nombre que se da en la ciudad de Santiago a aquellas máscaras que acuden al desfile de carnaval vestidas de diablos. En Santo Domingo, la capital de la República, se les llama “Diablos Cajuelos” a estas máscaras. Y en Montecristi se les llama “Toros”. El nombre de “diablos cajuelos” que se usa en Santo Domingo, debe ser una alteración de “Diablo Cojuelo”, como es sabido, es el calificativo que se da el diablo indicando que es “muy travieso y enredador”.

En nuestro país no hemos hecho aún un estudio profundo sobre los disfraces de diablos. Frandique Lizardo, en su libro “Fiestas Patronales y Juegos Populares”, dice al respecto, que hay diablos, además de los lechones santiagueros, en Santo Domingo donde se les llama como ya hemos dicho “diablos cajuelos”; y en Montecristi, donde se les dice “toros”; en Azua donde son sustituidas las vejigas por “medias rellenas”; en La Vega; en Cabral donde se les llama los “cachús”, que en vez de vejigas llevan foetes, con los que mantienen pleitos durante Semana Santa. También fueron populares los bailes de diablos en las fiestas patronales de San Bartolomé de Neiba, hasta que las prohibió el trujillato por temor al uso de las máscaras (dato de Frandique Lizardo).

En cuanto a los orígenes de los lechones de Santiago, el profesor Frandique Lizardo toma la tesis, expuesta en diversos trabajos nuestros citados por el distinguido etnólogo dominicano. Es la tesis que exponemos en este trabajo. En realidad, de lo único q no podemos hablar categóricamente, es del arribo de esta costumbre a Santiago. Sabemos que ya para el siglo XVI hubo máscaras en la ciudad de Santo Domingo, por un documento que poseemos extraído del Archivo de Simaneas en España. Pero, específicamente, documento que mencione o haga alusión a estas cosas, no lo hemos encontrado en nuestro amplio estudio de la documentación que sobre el siglo XVI santiaguero conserva el Archivo General del Indias, de Sevilla.

Documentalmente, la costumbre santiaguera de los lechones y de la Tarasca sólo es centenaria, aunque basta observar las curiosas coincidencias que hemos apuntado en la primera parte de esta exposición para llegar a la convicción de que estas tradiciones se pierden en la noche de los tiempos y que debieron llegar, como tantas costumbres hispánicas, primero a nuestras tierras, para después, desde aquí, recorrer todos los caminos.

Origen de la cocina dominicana

La Cocina Dominicana es el resultado del encuentro, a veces choque, de diferentes culturas procedentes de varios países en distintos continentes. Antes del arribo de los conquistadores españoles en 1492 los Tainos, nativos indígenas, tenían ya una cultura culinaria que reflejaba los ingredientes y limitaciones tecnológicas propias de la isla. Afortunadamente algunos de estos ingredientes y platos todavía forman parte de nuestra tradición culinaria. Con el arribo de los españoles nuevas plantas, animales y métodos de cocción fueron introducidos a la isla e incorporados a la cocina criolla. Los españoles añadieron a nuestra cocina los sabores del Mediterráneo y aquellos que les habían sido heredados a su vez por los árabes que dominaron la península ibérica por varios siglos previos al descubrimiento y conquista de América. La introducción de esclavos africanos en 1507 añade nuevos sabores a nuestras tradiciones culinarias. La influencia cultural de los esclavos africanos es particularmente notoria en la música, pero la cocina también sintió su influencia. Los caldos condimentados y las habichuelas son típicos de los países latinoamericanos con mayor población negra. Siguiendo el camino de nuevos inmigrantes, comerciantes, conquistadores e invasores llegaron a nuestra isla nuevos frutos, ingredientes y sabores que hoy forman parte esencial de nuestra mesa. El arroz de Asia se combina con el bacalao y el arenque de los mares del norte; el espagueti de Italia llega a nuestra mesa para convertirse en “la carne del pobre, entre otros ejemplos. La cocina criolla es similar a la cocina de Puerto Rico y Cuba, los otros dos países hispano parlantes del Caribe. En muchos casos los platos son casi idénticos con solo nombres distintos.

Platos Típicos de Santiago:

Guanimo. Yaroa Casabe. Panecillo. Majarete. Chulitos. Chambre de frijoles. Moro de habichuela.